La tradicional Caminata de la Fe entre Ambato y Baños no solo dejó huellas en el alma, también en los pies. Miles de devotos recorrieron los 40,5 kilómetros del trayecto, pero muchos necesitaron ayuda médica en el camino. La Cruz Roja de Tungurahua no se quedó de brazos cruzados y activó un operativo de emergencia con 120 voluntarios, 8 puntos de atención, 2 ambulancias, 5 vehículos logísticos y hasta una unidad móvil de telecomunicaciones. Entre la noche del jueves 10 y la madrugada del viernes 11 de abril, se atendieron a 257 personas, la mayoría por fatiga, lesiones leves y deshidratación. Los puntos de atención se colocaron en sitios estratégicos, donde los caminantes pudieron recibir agua, primeros auxilios y monitoreo de signos vitales. Según Juan Yancha, encargado del operativo, lo importante era estar ahí cuando la gente más lo necesitara. Dijo que la Caminata no solo es espiritual, también exige al cuerpo, y que el deber de la Cruz Roja es proteger vidas. El trabajo de los voluntarios fue clave: algunos no durmieron ni un minuto para mantenerse alertas toda la noche. La institución agradeció a sus equipos por su entrega total y también a la ciudadanía por confiar en ellos. Las atenciones se hicieron con humanidad, neutralidad y sin distinciones, como siempre ha sido el sello de la Cruz Roja. A pesar del esfuerzo físico, los fieles continuarán su caminata con fe y determinación. Algunos aseguraron que cada paso valió la pena. Otros dijeron que sin la Cruz Roja, el trayecto habría sido mucho más duro. La jornada terminó sin incidentes graves, lo cual fue celebrada por todos. El clima ayudó, pero el verdadero alivio vino de los voluntarios en chalecos rojos. Con este operativo, la Cruz Roja volvió a demostrar que su presencia marca la diferencia.