El Congreso de Filipinas destituyó a la vicepresidenta Sara Duterte, quien enfrentaba acusaciones de corrupción y presuntos planes para asesinar al presidente Ferdinand Marcos y su círculo cercano.

La votación ocurrió el miércoles 5 de febrero, con 215 de los 306 legisladores a favor de su destitución.

Duterte negó las acusaciones y aseguró que el proceso es una maniobra política para frenar su posible candidatura presidencial en 2028.

La destitución podría agravar la tensión entre los clanes Duterte y Marcos, dos de las familias más poderosas del país.

Paolo Duterte, hermano de la exvicepresidenta, calificó el juicio político como un "abuso de poder" y advirtió que traerá consecuencias.

El expresidente Rodrigo Duterte, padre de Sara, mantenía vínculos con China, mientras que Marcos busca fortalecer la relación con Estados Unidos.

Los analistas advierten que la crisis podría desestabilizar a Filipinas, un aliado clave de EE.UU. es Asia.

Duterte ahora enfrentará un juicio en el Senado, donde necesita el apoyo de dos tercios para evitar una condena.

Si es encontrada culpable, será inhabilitada para ejercer cargos públicos y podría enfrentar cargos penales.

Mientras tanto, la popularidad de Marcos y Duterte ha caído debido a la crisis política y problemas como la pobreza y el desempleo.

La incertidumbre política en Filipinas sigue aumentando tras esta destitución histórica.