La COP30 arrancó en Belém, Brasil, la primera vez que la cumbre del clima se realiza en plena Amazonía y justo al cumplirse diez años del Acuerdo de París. Durante las próximas dos semanas casi 200 gobiernos buscarán consensos con el planeta aún camino a un calentamiento de entre 2,3 y 2,5 °C aun cumpliendo los planes actuales. Christiana Figueres advirtió que el límite de 1,5 °C se está perdiendo y que el avance es demasiado lento. Brasil, como presidencia, llega con tensiones geopolíticas en el aire y el reto de navegar el escepticismo sobre el multilateralismo. Esta edición fue presentada como “la COP de la implementación”, pues no se persigue un gran documento final, y los países deben traer nuevos planes climáticos nacionales. Apenas 72 de 198 presentaron esos planes y se esperan avances en financiamiento, transición energética y adaptación. La región anfitriona ya vive impactos crecientes, con el huracán Melissa citado por científicos como ejemplo de eventos más intensos. Antes del arranque, el 6 y 7 de noviembre, unos 60 jefes de Estado llegaron a la Cumbre de Líderes en Belém. António Guterres dijo que los gobiernos están capturados por los intereses de los combustibles fósiles y Lula alertó que la ventana para actuar se está cerrando, elevando a la Amazonía como símbolo. En el bloque latino, Gustavo Petro acusó a Donald Trump de llevar a la humanidad al abismo, Gabriel Boric pidió poner la ciencia al centro e Irfaan Ali defendió el multilateralismo. Faltaron líderes de India, Rusia y Estados Unidos, que se retiró nuevamente del Acuerdo de París, mientras China envió al viceprimer ministro Ding Xuexiang con un llamado a que los desarrollados lideren con justicia y equidad. Brasil lanzó el Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre, un mecanismo permanente que premia a países que cuidan sus bosques en un mundo que perdió 6,7 millones de hectáreas tropicales en 2024. El TFFF apunta a 125.000 millones de dólares con una recaudación inicial de 10.000 millones y ya hay compromisos por 5.500 millones, aunque la brecha anual de financiamiento forestal estimada por el PNUMA llega a 216.000 millones. WRI Brasil sostuvo que con recursos suficientes sería más rentable mantener el bosque en pie, mientras ActionAid y organizaciones indígenas reclaman dinero directo a comunidades sin intermediarios. En finanzas, la COP29 pactó que los desarrollados lideren 300.000 millones anuales a 2035 y una meta amplia de 1,3 billones, con una hoja de ruta de cinco frentes desde Bakú a Belém. Esa hoja de ruta incluye impuestos internacionales al carbono y al transporte, reformas financieras y canjes de deuda, aunque expertas como Sandra Guzmán ven obligaciones débiles y un enfoque incompleto de la deuda. América Latina generó en 2024 el 65 % de su electricidad con fuentes limpias, por encima del promedio global de 41 %, pero varias economías aún dependen de exportaciones de fósiles. Tras COP28 se acordó transitar fuera de los combustibles fósiles y triplicar renovables a 2030; en Belém Guterres pidió una transición justa, rápida y final, mientras Lula habló de una hoja de ruta y Brasil propuso cuadruplicar “combustibles sostenibles” a 2035, con alertas por posible deforestación. La presidencia quiere que esta sea la COP de la adaptación, con una decisión sobre alrededor de 100 indicadores de la Meta Global de Adaptación para una población que vive en zonas vulnerables de 3.600 millones de personas. También llegó el llamado de Mia Mottley a un tratado vinculante por el metano, el debate sobre reformar el proceso de las COP y la promesa de un reporte de ex presidentes, mientras Manuel Pulgar Vidal recordó avances en renovables y en reducción de deforestación.