La tristeza se apoderó de Quito este 10 de mayo, cuando se instaló una capilla ardiente en la Escuela Superior Militar Eloy Alfaro para velar a los 11 soldados asesinados en Orellana. Los militares habían sido emboscados durante un operativo contra la minería ilegal. Según el Ejército, el ataque habría sido ejecutado por los Comandos de la Frontera, un grupo disidente de la exguerrilla FARC, aunque estos se deslindan del crimen. Los cuerpos fueron trasladados vía aérea desde la Amazonía hasta la capital. La ceremonia estuvo cargada de dolor, con los féretros cubiertos con la bandera ecuatoriana. Amigos y familiares acompañaron con llanto y dolor. El Ejército recordó que dos de los fallecidos se formaron en esa misma escuela. Las honras seguirán en otras ciudades, donde cada familia recibirá a sus héroes. El ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo, aseguró que el Estado apoyará con vivienda, educación y salud a los deudos. Loffredo fue enfático al decir que este ataque no solo fue contra los militares, fue contra todo el país. También advirtió a los asesinos que el Gobierno los está cazando. No habrá descanso hasta encontrarlos, prometió. Recalcó que esta lucha contra el crimen sigue viva. Insistió en que la unión del país será clave para ganar esta guerra. La ceremonia estuvo marcada por un ambiente de indignación y luto. Muchos pidieron justicia con carteles y gritos en el acto. La Escuela Militar se convirtió en un escenario de despedidas eternas. Loffredo pidió a todos los ecuatorianos mantenerse fuertes y unidos. El dolor de los familiares rompió el silencio en varios momentos. El Ejército también rindió homenajes especiales en memoria de los caídos. El país entero sigue conmocionado por esta tragedia.