En una movida sin precedentes, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, ha anunciado una serie de medidas contundentes como parte de su Plan Fénix. Tras reunirse con el gabinete de seguridad en Guayaquil, el mandatario declaró que todos los prisioneros extranjeros cumpliendo condenas por delitos graves serán enviados a sus países de origen.

Esta medida, que afectará principalmente a ciudadanos venezolanos, colombianos y peruanos, busca aliviar el problema crónico de hacinamiento en las cárceles ecuatorianas y reducir el gasto público. "Este es un país de paz," afirmó Noboa, "y aquellos que buscan perturbar esa paz serán enviados de vuelta a sus países."

El Plan Fénix no solo contempla el traslado de presos extranjeros. También se incluye la construcción de nuevas cárceles, entre ellas una de máxima y supermáxima seguridad en ubicaciones aisladas, cuyas obras comenzarían en febrero de 2024. Estas prisiones barcaza, descritas como soluciones temporales, albergarán a los reclusos más peligrosos mientras se completan las nuevas instalaciones.

La decisión de Noboa ha generado un amplio debate, tanto a nivel nacional como internacional. Mientras algunos la ven como una solución pragmática a un problema persistente, otros cuestionan las implicaciones éticas y legales de tal medida. Además, la Cancillería ecuatoriana ya ha iniciado conversaciones con países involucrados para coordinar el traslado de los presos.