Desde finales de enero, Ecuador se encuentra sumido en una crisis provocada por las intensas lluvias que han azotado el país. Con un saldo lamentable de al menos seis personas fallecidas y más de 27 000 afectadas, las inundaciones y deslizamientos han dejado un rastro de destrucción. La Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) informa que la magnitud del desastre se refleja en 50 viviendas destruidas y 5.401 con daños menores, así como en 17,99 kilómetros de carreteras afectadas y 35 puentes averiados.

Además, la emergencia no se limita a la infraestructura y la vivienda, sino que también ha impactado en sectores clave como la educación y la salud, con 102 infraestructuras afectadas. La agricultura, otra piedra angular de la economía ecuatoriana, tampoco ha escapado indemne, con 1.135,27 hectáreas de cultivos arrasadas por las aguas.

La magnitud de los eventos peligrosos registrados desde enero es alarmante, con 567 incidentes reportados en casi todas las provincias del país. La situación es especialmente grave en las provincias costeras, aunque las advertencias meteorológicas se extienden por todo el territorio ecuatoriano, incluyendo las Islas Galápagos.

El Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) señala que la situación se debe a varios factores, incluyendo el fenómeno de El Niño y la zona de convergencia intertropical. La amenaza persiste, con un estado de alerta meteorológica que se mantiene hasta la fecha, destacando la vulnerabilidad de las zonas costeras y andinas del país.