Guayaquil vivió un operativo militar de alto impacto la madrugada del 5 de abril, pero lo que más sorprendió fue la presencia de Erik Prince, exmilitar estadounidense y fundador de la polémica firma de seguridad Blackwater. Prince, conocido mundialmente por su rol en la guerra de Irak, acompañó a los ministros del Interior y Defensa en el operativo “Apolo 13” en Portete y el Batallón del Suburbio. Más de 500 uniformados y fiscales se desplegaron para realizar controles de armas y drogas en una zona dominada por el crimen. La llegada de Prince al país se da en medio de una “alianza estratégica” con el Gobierno, que incluiría asesorías y entrenamientos para las fuerzas de seguridad. Aunque las autoridades no han revelado los detalles, no se descarta que la cooperación se extienda a otros niveles. Prince, exmiembro de los Navy SEAL, fundó Blackwater en 1997, una empresa que creció rápidamente tras el 11-S, ganando contratos millonarios en zonas de guerra. Sin embargo, su reputación quedó marcada tras la muerte de 17 civiles en Bagdad en 2007 durante un operativo. Ese escándalo provocó investigaciones y obligó a la empresa a cambiar de nombre varias veces: primero a Xe Services, luego Academi, y ahora es parte del grupo Constellis. La figura de Prince divide opiniones: para unos, es un estratega de seguridad; para otros, un mercenario de guerra. En Ecuador, su presencia ya genera debate. ¿Es una ayuda clave contra el narcoterrorismo o un paso riesgoso hacia la privatización de la seguridad? Por ahora, el Gobierno mantiene en reserva los términos del acuerdo. Prince declaró que Ecuador debe elegir “la ley y el orden” frente al crimen. Su nombre vuelve a estar en las portadas, esta vez, con Guayaquil como escenario.