En Ecuador, miles se formalizan al cumplir 50 años por una razón puntual. El IESS permite jubilarse a los 65 con 15 años de aportes. Ese umbral funciona como un imán que cambia decisiones laborales. Un estudio del BID muestra que aparece un salto de formalidad justo a los 50. La estrategia consiste en empezar a cotizar a esa edad y completar el mínimo exigido. El esquema del país mantiene subsidios implícitos altos frente a modelos más contributivos. Según el BID, Ecuador figura como el segundo sistema más generoso de América Latina. La tasa de reemplazo llega a 99% del salario final, muy por encima de los promedios regionales. En BD el promedio es 63% y en CD 37%, de acuerdo con los datos citados. En un BD como el del IESS la fórmula asegura beneficios, mientras que en un CD cuenta lo acumulado. Por eso en Ecuador puede lograrse una pensión alta aportando solo los últimos 15 años. Aportar desde joven implica décadas de pagos y riesgo de quiebres en la continuidad. Formalizarse a los 50 resulta atractivo bajo estas reglas para muchos trabajadores. El BID encuentra que la transición suele darse sin cambiar de empleo ni de sector. En microempresas y negocios familiares se pasa de acuerdos informales a contratos registrados. Quienes logran la jugada tienen, en promedio, más educación y mayores ingresos en el hogar. El patrón no aparece a los 30 ni a los 60 porque la ventana de los 50 combina cercanía al retiro y capacidad laboral. La cuenta pública se ve afectada porque el Estado transfiere cada año el 40% del valor de las pensiones al fondo del IESS. Los técnicos advierten que el régimen requiere al menos ocho afiliados activos por jubilado y hoy hay cinco, con tendencia descendente. Si las reglas se mantienen, se proyectan déficits y posible desinversión de activos previsionales, con riesgos para sostenibilidad y equidad.