En un evento que se concentró a millas, Nicolás Maduro fue nombrado candidato presidencial por el PSUV para las elecciones del 28 de julio. La Plenaria Extraordinaria del V Congreso del partido, celebrado en el Poliedro de Caracas, se convirtió en un escenario donde la figura de Hugo Chávez fue constantemente evocada por los asistentes, muchos vistiendo camisas con su rostro.

Con la presencia de la élite política del chavismo y familiares del fallecido comandante, Maduro recibió un respaldo unánime, reflejando la voluntad de más de cuatro millones de militantes. El ministro de Comunicación e Información, Freddy Nañez, destacó este apoyo como fruto de "317.000 asambleas de base".

Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV, presentó a Maduro, elogiando su capacidad para mantener la unidad y la paz en tiempos difíciles. Maduro, en su discurso, hizo referencia a los retos enfrentados durante su mandato, atribuyendo dificultades económicas y sociales a acciones de la oposición. Prometió continuar luchando por la paz y la seguridad, citando mejoras significativas en estos ámbitos.

Este nombramiento disipa rumores sobre posibles candidaturas alternativas dentro del partido y subraya la firmeza del chavismo, aunque con un apoyo popular menor comparado con sus años dorados. Según encuestas, la aceptación de Maduro oscila entre el 18 y el 25% de la población, especialmente entre los más pobres.

El propio Maduro, en una entrevista en enero, había mantenido la incertidumbre sobre su candidatura. Ahora, con la nominación oficial, se prepara para una contienda electoral que será decisiva para el futuro de Venezuela.