Aunque Ecuador perdió el 31 % de su energía por la paralización de ocho hidroeléctricas, el Ministerio de Energía asegura que no habrá apagones. El anuncio lo hizo el ministro subrogante Guillermo Ferreira el 3 de julio, tras confirmar que 1.200 megavatios salieron de operación debido a las lluvias en la Amazonía. Estas centrales no tienen embalse, y la cantidad de piedras y arena en los ríos dañaría los equipos si siguen operando. Entre las hidroeléctricas apagadas están Coca Codo Sinclair, que sola produce 750 MW, y otras como San Francisco, La Victoria y Río Verde Chico. Según Ferreira, toda la demanda está cubierta gracias a las termoeléctricas y al apoyo de empresas privadas que ahora autogeneran electricidad. También se importaron 100 megavatios desde Colombia por dos horas. Pese a las garantías del Gobierno, los expertos no están tranquilos. Ricardo Buitrón, consultor eléctrico, dice que esto muestra que Ecuador no tiene una reserva térmica suficiente y que se está improvisando con soluciones costosas. Cree que si no se activa todo el parque termoeléctrico, habrá problemas en el estiaje. Gabriel Secaira, otro consultor, advirtió que el país no tiene energía de respaldo real y que se necesita al menos un 10 % adicional para cubrir la demanda máxima. La realidad es que, de los 1.800 megavatios termoeléctricos disponibles, solo mil estarían funcionando, y eso incluye las barcazas. El Gobierno asegura que está trabajando en recuperar el parque térmico, pero aún no estaría listo para enfrentar una emergencia. Lo ocurrido estos días deja claro que el sistema eléctrico es vulnerable, y cualquier cambio en el clima o en la demanda podría causar estragos. Por ahora no hay cortes, pero la tensión está encendida.