En el corazón de Ambato, la Panadería San Luis mantiene vivo el aroma del pan tradicional desde hace más de cinco décadas. Fundada por Luis Eliécer Villacís, quien inició en el oficio a los siete años, el negocio se ha convertido en un referente de esfuerzo, tradición y orgullo familiar.

Con el paso del tiempo, Villacís levantó con sus propias manos el que hoy es considerado el horno más grande del Ecuador, con capacidad para producir más de 10 mil panes al día. Su hija Carolina Villacís, actual administradora, cuenta que el horno “tiene la fuerza del trabajo de toda una vida” y que, aunque su padre ya no trabaja como antes, sigue siendo “el control de calidad” del negocio familiar.

El local, ubicado en la calle Fernández y Cuenca, es más que una panadería: es un punto de encuentro donde varias generaciones de ambateños se reúnen para revivir recuerdos a través del sabor del pan. “Muchos clientes vienen y dicen: ‘yo venía con mis abuelos a comprar aquí’. Eso nos llena de alegría”, relata Carolina.

El producto más representativo es el pan tapado, conocido como el verdadero pan de Ambato, elaborado con dos masas —shungo y pasta— que le otorgan su textura y crocancia únicas. Además, ofrecen una especialidad exclusiva: el pan mestizo, mezcla de harinas integral y de maíz, con un toque de vainilla y azúcar.

Cada madrugada, mientras la ciudad duerme, los hornos de San Luis ya están encendidos. El trabajo empieza a la una de la mañana y no se detiene hasta la noche. “Solo descansamos el primero de enero”, comenta Carolina entre risas.

La panadería, que ha visto pasar generaciones de obreros y clientes, sigue siendo un símbolo de la identidad ambateña. En 2025, Luis Eliécer Villacís fue condecorado por el Comité Permanente de Ambato por mantener viva esta tradición incluso después del terremoto. Hoy, el aroma de su pan sigue guiando a quienes buscan un pedacito del alma de la ciudad.