Ubicada en el corazón de Tungurahua, Ecuador, Patate no es solo un "Pueblo Mágico", es el guardián de una tradición que ha brillado durante 104 años: el Animero. Esta figura, vestida con una pureza impoluta, se convierte en el protagonista quince días antes del Día de los Fieles Difuntos.

Su origen se remonta a la época colonial, donde las tradiciones indígenas se entrelazaron con las influencias españolas. Esta simbiosis dio vida al Animero, cuya vestimenta blanca evoca respeto y honor hacia los que ya no están.

Aunque el mundo avanza y algunas tradiciones se difuminan, en Patate, el Animero es más que una memoria, es un testimonio viviente de su rica historia. Es el único rincón en Tungurahua que mantiene esta tradición con fervor.

La comunidad es el alma de esta tradición. No es solo una celebración, es un acto de devoción colectiva. Desde jóvenes hasta ancianos, todos se sumergen en este viaje nocturno, manteniendo vivas las raíces y conectando generaciones.