La Policía Nacional informó el 6 de noviembre que el sacerdote Enrique Fabián Arcos Sevilla, asesinado recientemente en Ambato, mantenía una relación cercana con sus presuntos asesinos. Según las investigaciones, el sacerdote recogió a uno de los implicados para luego trasladarse a distintas ubicaciones en la ciudad.

Este caso, que ha conmocionado a la comunidad de Ambato, está avanzando rápidamente en la línea investigativa, pues la Policía cuenta con imágenes de cámaras de seguridad en las que se observa al sacerdote caminando tranquilamente en compañía de los sospechosos, lo que refuerza la hipótesis de que los conocía personalmente.

Los investigadores sostienen que el móvil del asesinato habría sido el robo, y no un ataque al azar. "El sacerdote confió en estas personas, a quienes incluso les mostró su domicilio y actividades personales”, señalaron fuentes policiales. La institución subrayó que al menos uno de los implicados es extranjero y que los sospechosos ya están plenamente identificados, por lo que están a la espera de las órdenes de captura.

En la noche del 5 de noviembre, la Policía encontró el vehículo del sacerdote incinerado en el sur de Quito. Los peritos de Criminalística recopilaron evidencias en el sitio que podrían ayudar a capturar a los responsables de este crimen.

El asesinato de Arcos Sevilla, cuyo cuerpo fue hallado el 4 de noviembre en una parroquia de Cotopaxi, reveló signos de violencia y con las manos atadas, aunque las autoridades aún no han dado declaraciones detalladas sobre el estado en el que fue encontrado.

El sacerdote prestaba sus servicios en la parroquia de Huachi Chico, en Ambato, y su muerte ha generado un profundo dolor en la comunidad religiosa y entre sus feligreses, quienes exigen justicia.