Sistema financiero ecuatoriano no deja espacio para especular


Por: Christian Palacios
En los últimos días han circulado en redes sociales rumores infundados sobre la supuesta iliquidez del Banco Pichincha, una de las instituciones financieras más grandes, antiguas y reguladas del país. Esta información ha generado preocupación en algunos sectores de la población, pero es importante aclarar que no existe evidencia que respalde tales afirmaciones. El sistema financiero ecuatoriano, en su conjunto, se encuentra bien capitalizado, cuenta con altos niveles de liquidez y cumple estrictamente con los requerimientos de control y supervisión establecidos por los entes reguladores, como la Superintendencia de Bancos y la Junta de Política y Regulación Financiera.
De acuerdo con los últimos reportes oficiales, la banca privada ecuatoriana ha mantenido en 2025 niveles saludables de solvencia y liquidez, con indicadores muy por encima de los mínimos exigidos. Por ejemplo, el índice de liquidez promedio del sistema bancario supera el 25 %, mientras que la cartera vencida se mantiene en niveles manejables. Además, los bancos han continuado con una política prudente de provisiones y han registrado utilidades que reflejan una buena gestión del riesgo. Estos elementos demuestran que la banca ecuatoriana, lejos de estar en crisis, se encuentra fortalecida y preparada para enfrentar entornos económicos adversos.
En cuanto al sistema cooperativo, es importante señalar que la mayoría de cooperativas de ahorro y crédito del país gozan de buena salud financiera. Muchas de ellas han mostrado crecimiento en colocaciones, captaciones y activos durante los últimos años. El segmento 1 y 2 de cooperativas, que agrupa a las entidades más grandes del sector, mantiene indicadores sólidos de solvencia y cumplimiento. De hecho, estas cooperativas cumplen una función vital en la inclusión financiera, especialmente en zonas rurales y sectores populares, y han demostrado ser actores confiables dentro del sistema.
No obstante, se reconoce que algunas cooperativas pequeñas, especialmente aquellas del segmento 4 y 5, enfrentan retos debido a la contracción económica que afecta a ciertos sectores del país. Estas instituciones han visto reducidos sus márgenes de ganancia y en algunos casos han tenido dificultades operativas. Sin embargo, estos casos no representan una amenaza sistémica. El sistema cooperativista cuenta con mecanismos de control y supervisión, y las autoridades financieras están atentas para intervenir en situaciones puntuales que lo ameriten. Por ello, los ecuatorianos pueden tener confianza en su sistema financiero: sólido, diversificado y en constante vigilancia por parte de los organismos competentes.
Econ. Christian Palacios
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