En una decisión revolucionaria, el Tribunal Supremo de España ha establecido que cualquier beso dado sin el consentimiento explícito es un delito de agresión sexual. Este fallo proviene del caso de un policía que intentó besar a una mujer primero en la mejilla y luego en los labios, conducta que fue calificada por los jueces como una violación a la integridad personal con multas sexuales.

La resolución judicial subraya que "una mujer no debe soportar, bajo ninguna circunstancia, el deseo no consentido de un hombre de besarla", reafirmando la dignidad y la libertad personal frente a acciones no deseadas. Esta decisión se ajusta a la ley "solo sí es sí", una normativa que requiere consentimiento claro y afirmativo para cualquier contacto físico de índole sexual.

El incidente se agravó por el estado de ebriedad del policía y su intento posterior de invitar a la víctima a beber cervezas, además de comentarios inapropiados sobre su físico y conductas explícitamente sexuales. El Tribunal ha confirmado la condena del agente a un año y nueve meses de prisión, estableciendo un firme precedente en el tratamiento de la agresión sexual en España.

Este fallo ha generado un amplio debate sobre los límites del consentimiento y su implicación en la interacción cotidiana, situando al país a la vanguardia de la protección de la libertad sexual.