Después de 53 años cautiva como atracción estrella en el Seaquarium de Miami, Lolita, también conocida como Toki, cerró sus ojos para siempre el 18 de agosto. Su despedida nos deja con un nudo en la garganta, sobre todo al saber que estaba a punto de tocar la libertad. Aunque comenzó a mostrar serios signos de malestar, el tratamiento veterinario no fue suficiente para vencer las complicaciones renales que finalmente la llevaron a la muerte.

Esta orca de 57 años tenía un aliado en Jim Irsay, el filántropo multimillonario que soñaba con devolverla al océano, concretamente a una bahía cerca de Seattle. Las aguas de Penn Cove, Washington, la vieron por última vez cuando tenía solo cuatro años. Su prisión en Miami, un tanque de 24 x 10.6 metros, ostenta el triste título de ser el más pequeño del mundo para un animal de su especie.

"Toki fue una musa, una inspiración", señaló el acuario. Y es que la Nación Lummi, una tribu nativa americana, la consideraba uno más de los suyos, la llamaban familia. "Quienes compartimos tiempo con ella, guardaremos por siempre el recuerdo de su espíritu único", agregaron desde el Seaquarium. La pérdida de Toki nos recuerda que aún hay más de 50 orcas en cautiverio en el mundo. Su vida, un grito de libertad, nos urge a reflexionar.