La justicia australiana ha marcado un hito en casos de reproducción asistida. Una mujer de 62 años ha obtenido el permiso judicial para extraer y almacenar el esperma de su difunto esposo. Este fallo representa un avance significativo en los derechos reproductivos y plantea interrogantes éticos y legales.

El caso emergió tras la muerte del esposo de la mujer, de 61 años, en un hospital de Perth, Australia. La pareja, que había perdido a sus dos hijos en accidentes, planeaba tener otro hijo a través de la gestación subrogada. Sin embargo, la negativa del hospital a realizar la extracción del esperma desencadenó una batalla legal.

La demanda de la mujer fue presentada ante el Tribunal Supremo del estado de Australia Occidental. Durante el juicio, expuso su deseo de cumplir el plan de tener otro hijo con su esposo, con quien compartió 40 años de matrimonio. La propuesta de una prima en Filipinas para ser la gestante subrogada añadió un giro internacional al caso.

La jueza Fiona Seaward, al escuchar los argumentos, decidió en favor de la mujer, enfatizando el momento traumático que enfrentaba. El fallo, aunque permite la extracción de esperma, establece que su uso requiere una autorización adicional.

Este veredicto abre la puerta a futuros debates sobre la fecundación post mortem, un tema que varía en su aceptación legal en diferentes estados de Australia. La mujer, ahora, debe enfrentar otro desafío legal para poder realizar su sueño de tener un hijo póstumo.