Tras casi dos décadas de controversias y procesos legales, los planificadores de los atentados del 11 de septiembre han aceptado su culpabilidad en un giro judicial sin precedentes. El Pentágono anunció que Khalid Shaikh Mohammed, junto a Walid bin Attash y Mustafa al-Hawsawi, se declararán culpables, esquivando la pena de muerte a cambio de cadena perpetua. Este acuerdo, según revela The New York Times, fue comunicado a los familiares de las víctimas, marcando un cierre emocional aunque controvertido para miles de afectados.

Este caso ha sido particularmente polémico debido a las acusaciones de tortura por parte de la CIA, que muchos creen podrían haber afectado la integridad del proceso judicial. Las torturas reportadas incluyeron prácticas inhumanas en prisiones secretas antes de su traslado a Guantánamo, donde han permanecido desde 2006.

El impacto de este acuerdo se extiende más allá de las salas de justicia, afectando a las familias y al recuerdo colectivo de una nación aún marcada por los ataques. Si bien algunos familiares ven este acuerdo como un paso hacia la paz, otros lo perciben como una justicia incompleta.