Con apenas unas semanas de reserva de agua, la capital colombiana ha comenzado a racionar el suministro vital en un esfuerzo por sobrevivir hasta que regresen las lluvias. Este escenario es resultado de una combinación fatal del fenómeno de El Niño y el cambio climático, que han reducido dramáticamente los niveles de agua en los embalses.

A pesar de contar con importantes recursos hídricos como el páramo de Sumapaz, el más grande del mundo, Bogotá está experimentando la escasez de agua más crítica en los últimos 40 años. La empresa del acueducto local ha reportado una disminución histórica en los embalses del sistema de Chingaza, vital para el abastecimiento del 70% del agua potable de la ciudad.

El alcalde Carlos Fernando Galán ha descrito la situación como crítica, con embalses a solo un 16% de su capacidad. La respuesta de la ciudad ha sido implementar un racionamiento estricto: cortes de agua durante 24 horas cada 10 días, rotando entre los diferentes barrios de la ciudad. Esta medida busca concienciar a la población y reducir el consumo de agua.

El gobierno local y expertos hacen un llamado urgente a los ciudadanos para que tomen conciencia y reduzcan el consumo de agua. Imágenes de los embalses prácticamente vacíos circulan en redes sociales, intentando impactar y motivar una respuesta comunitaria. Si las condiciones no mejoran, y la lluvia no llega, el suministro de agua podría verse seriamente comprometido, afectando a más de 9 millones de habitantes.