El agua lo cubre todo en Salitre, cantón que lleva más de una semana sumergido por las fuertes lluvias y el desborde de los ríos Pula y Los Tintos. En sectores como El Junquillal, los vecinos tienen que nadar para entrar o salir de sus casas. La situación empeoró por las descargas de la represa Daule‑Peripa, que elevaron el nivel del agua en la zona. El alcalde Milton Moreno confirmó que 60.000 hectáreas de arroz están destruidas. Dijo que la emergencia ha dejado a “mucha gente sin trabajo” y cientos de hectáreas perdidas. Aunque hay bombas funcionando y sacos de arena como barrera, no es suficiente para frenar el agua. El comercio también está colapsado: tiendas abiertas, pero sin ventas. Benito Gualco, dueño de un local, dice que la gente ya no compra nada. La cabecera cantonal también está inundada, lo que complica aún más el acceso a servicios básicos. Unas 10.000 familias están afectadas o desplazadas por la emergencia. Muchas prefieren irse con familiares antes que ir a los albergues municipales. El cementerio tampoco se salvó: los muros cedieron por la presión del agua. Las imágenes son impactantes y muestran casas, calles y cultivos cubiertos totalmente. La situación es crítica y los pobladores piden ayuda urgente. El cantón está en estado de emergencia desde el 6 de marzo. Sin embargo, la situación ha ido de mal en peor por las lluvias recientes. Las autoridades provinciales y nacionales analizan medidas de apoyo. Mientras tanto, los afectados claman por una solución definitiva. Cada nuevo aguacero genera más miedo. Salitre grita por auxilio y espera respuestas inmediatas.