La creencia de que los extraterrestres han visitado la Tierra está ganando terreno, hasta el punto de influir en la política, especialmente en Estados Unidos. Estudios recientes revelan que un 24% de los estadounidenses afirma haber visto un OVNI, y el número de creyentes en visitas alienígenas ha aumentado del 20% en 1996 al 34% en 2022.

Este fenómeno es especialmente problemático porque no existe evidencia científica concreta que respalde estas creencias. A pesar de ello, la divulgación de documentos relacionados con Fenómenos Anómalos No Identificados (FANI) por parte del Pentágono ha intensificado el interés, atrayendo la atención bipartidista en el Congreso de EE.UU. Incluso figuras políticas de alto perfil como Chuck Schumer han presentado propuestas para revelar más información.

El auge de estas teorías de conspiración podría tener graves consecuencias. Al fomentar la desconfianza hacia las instituciones, muchas de las narrativas de OVNIs también están vinculadas a tropos anti-élite que son aprovechados por ambos partidos políticos en EE.UU. La creencia en un encubrimiento gubernamental es incluso mayor que la creencia en visitas alienígenas. En 2019, un 68% de los estadounidenses creía que el gobierno sabe más sobre OVNIs de lo que revela.

Sin embargo, esta fiebre OVNI no solo afecta a la política. Las teorías conspirativas están socavando la confianza en la ciencia, dificultando el trabajo de disciplinas como la astrobiología, que explora la posibilidad de vida extraterrestre en otros planetas. Mientras tanto, programas como Alienígenas Ancestrales siguen influyendo en la opinión pública, empaquetando entretenimiento como si fuera información fáctica.