En Afganistán, la educación para las mujeres sigue siendo una lucha perdida. Un grupo de estudiantes de obstetricia y enfermería denunció recientemente que se les prohibió regresar a clase, eliminando otra posibilidad de continuar con sus estudios. Esta medida es parte de una política que, desde la llegada al poder de los talibanes en agosto de 2021, ha restringido sistemáticamente los derechos educativos de mujeres y niñas.

Aunque las autoridades talibanes no han confirmado oficialmente esta decisión, su impacto es claro. Institutos de salud en todo el país han sido notificados de que los estudios médicos femeninos deben suspenderse hasta nuevo aviso. La orden, según los directores de estas instituciones, provino directamente del líder supremo talibán, el mulá Hibatullah Akhundzada.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU) advierte que esta prohibición tendrá consecuencias catastróficas para el sistema de salud afgano. Afganistán necesita urgentemente al menos 18.000 partes adicionales para cubrir la demanda, en un país donde una mujer pierde la vida cada hora por complicaciones en el embarazo o parto. Esta decisión, condenada por organizaciones como Human Rights Watch, no solo afecta el derecho a la educación, sino que agrava una crisis de salud y crítica.

Desde que retomaron el poder, los talibanes han prometido reiteradamente permitir el regreso de mujeres a las aulas una vez resueltos “problemas logísticos”. Sin embargo, esa promesa sigue sin cumplirse, dejando un futuro incierto para millones de mujeres y niñas en Afganistán.