En un giro político inesperado, Benjamin Netanyahu enfrenta una de sus mayores crisis tras la renuncia de Benny Gantz del gabinete de guerra. Esta situación podría tener implicaciones profundas para su permanencia en el poder, en un momento donde su liderazgo ya era cuestionado.

Desde el comienzo de la crisis en Gaza, Netanyahu ha dependido de una frágil coalición de ultranacionalistas para mantenerse en el poder. Con 64 votos en un parlamento de 120 miembros, cualquier cambio en su base de apoyo podría ser fatal.

El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, ha realizado su octava visita a la región en un intento por negociar un alto el fuego. Sin embargo, las posiciones extremas de figuras como Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich complican cualquier prospecto de paz.

La renuncia de Gantz, junto con la de su aliado Gadi Eisenkot, ambos generales retirados con un profundo conocimiento de las Fuerzas de Defensa de Israel, deja a Netanyahu sin dos de sus más importantes asesores militares. Esto ocurre en un momento crítico, cuando la presión internacional y local por alcanzar la paz en Gaza es más fuerte que nunca.

Ante la insistencia de Hamás en un acuerdo que garantice la retirada israelí de Gaza y el cese de las hostilidades, y la fuerte oposición dentro de su propio gabinete, Netanyahu se ve atrapado entre la espada y la pared. Las próximas semanas serán decisivas para su carrera política y para el futuro de Israel.