El miedo se apodera de las calles de Tungurahua, luego de que se diera a conocer el perverso modus operandi de Eduardo Javier Ch. L. Este individuo se disfrazaba de taxista para emboscar a sus víctimas. Una vez en el vehículo, maniataba y despojaba de sus pertenencias a los pasajeros, incluyendo elevadas sumas de dinero.

Su última víctima sufrió un despojo de más de USD 4,000. Tras cometer su fechoría, los dejaba en lugares desolados, como la famosa "curva brava" en la ruta hacia Guaranda. Pero, como todo malhechor, su tiempo se agotaba. Agentes de la Policía Nacional lo detectaron en plena acción y tras una trepidante persecución, lograron su aprehensión.

En su poder, no solo encontraron las herramientas del delito, sino también el botín robado y un desarmador que usaba para intimidar. La justicia actuó rápidamente: en la audiencia, tras una montaña de pruebas contundentes, Eduardo Javier Ch. L. fue sentenciado a tres años con cuatro meses de prisión.

Y aunque para muchos la pena parezca breve, el veredicto trajo algo de paz a las víctimas, sabiendo que este depredador de las calles está detrás de las rejas.