Otra vez las encuestas quedaron en ridículo tras los últimos resultados electorales. Lo que debería ser una herramienta para anticipar la intención de voto, ahora genera más dudas que certezas. Expertos consultados dicen que los errores se deben a varios factores como encuestadoras sin experiencia, inseguridad en las calles, y presión política sobre los datos. Desde 2017, los fallos han sido evidentes: daban ganador a Lasso sobre Moreno, pero fue al revés. En 2021, solo una encuesta acertó que Lasso le ganaría a Arauz. En 2023, nadie vio venir el ascenso de Daniel Noboa. Y en la consulta popular, el Sí parecía arrasar, pero el No ganó en todo. Analistas como Cristian Carpio creen que muchos votan por el candidato que va punteando, según los sondeos. Eso se presta para manipulación, sobre todo cuando los estudios son financiados por los propios candidatos. Ruth Hidalgo asegura que muchas encuestas se arman para posicionar nombres y no reflejan la realidad. Algunas firmas incluso muestran a candidatos con menos del 1 % como supuestos favoritos. Polibio Córdova, de Cedatos, dice que hay encuestadoras que no saben ni cómo elegir una muestra correcta. Otras ni siquiera pueden trabajar por falta de seguridad en ciertas zonas. Además, la gente tiene miedo de decir su voto real, lo que se conoce como "voto vergüenza". Para evitarlo, algunos usan papeletas parecidas a las originales durante las encuestas. Pero el votante es volátil y puede cambiar de decisión en la última semana. Por eso, lo que hoy aparece en una gráfica, mañana puede ser historia. Y mientras tanto, las redes siguen llenas de encuestas sin fuente y con resultados inflados. El CNE solo ha autorizado a 12 firmas para este 2025. Cualquier otra encuesta que circule es ilegal y podría estar manipulada.