Un joven mariachi ecuatoriano vivió una experiencia que jamás olvidará. Sebastián Guerrero fue contratado para una serenata nocturna en Cuenca, pero lo que parecía un show común se convirtió en una noche de miedo. Lo recibió una señora bien vestida, muy amable, que le pidió cantar con alegría para su “familia”. Al entrar, la casa estaba completamente a oscuras, con velas encendidas por todas partes. Él pensó que era parte de una sorpresa, pero cuando gritó “¡felicidades!” no había nadie. Lo guiaron a un cuarto con fotos viejas, figuras religiosas y un fuerte olor a incienso. Parecía un altar lleno de velas, como de película narco. La señora le pidió que cantara sin miedo, porque según ella, “ellos estaban ahí, felices”. Sebastián cantó mientras ella lloraba, besaba fotos y hablaba con alguien llamado “Fátima”. Le dijo que Fátima ahora era santa y amaba su voz. En un momento, la mujer se arrodilló, prendió una vela roja y empezó un ritual que dejó al mariachi helado. Él pensó que lo estaban embrujando. Le pidió que se arrodillara también, pero él se negó por su fe católica. La energía era tan densa que solo quería escapar. A pesar del susto, cumplió con las siete canciones del contrato. Al final, ella le agradeció, le pagó y le explicó que no encendía luces porque “era el día de ellos”. Su historia fue contada en TikTok y ya tiene más de 7 millones de vistas. Hay quienes se rieron, pero otros compartieron vivencias parecidas. Dicen que no es raro cantarles a los muertos en fechas especiales.