Estados Unidos desplegó un escuadrón anfibio frente a las costas de Venezuela, según un informe de la agencia Reuters publicado el 21 de agosto. La operación incluye los buques USS San Antonio, USS Iowa Jima y USS Fort Lauderdale, que transportan a 4.500 efectivos, entre ellos 2.200 marines. La Casa Blanca confirmó además la presencia de submarinos nucleares, destructores, un buque con misiles y aviones P8 Poseidon de reconocimiento. El gobierno de Donald Trump justificó la medida como un paso para enfrentar a los cárteles de droga en Latinoamérica. La portavoz Karoline Leavitt aseguró que Maduro encabeza un cartel conocido como “Cartel de los Soles” y lo calificó de amenaza directa para la seguridad de EE. UU. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, emitió una carta en la que amplió las competencias del Ejército para combatir no solo invasiones, sino también narcotráfico e inmigración masiva. Según CNN, el Pentágono busca cortar las rutas ilegales que llevan toneladas de cocaína hacia Norteamérica. Washington acusa al régimen de Maduro de estar ligado a 30 toneladas de droga incautadas en recientes operaciones. Además, la DEA responsabiliza directamente al mandatario de al menos siete toneladas adicionales. Estados Unidos también confiscó bienes vinculados al chavismo por más de 700 millones de dólares. Como parte de la presión, la recompensa por la captura de Maduro subió a 50 millones de dólares. Desde Cuba, el gobierno denunció la maniobra militar como una amenaza para la “zona de paz” del Caribe. Caracas, por su parte, respondió desplegando a millones de milicianos en todo el país. Maduro aseguró que la ofensiva estadounidense pone en riesgo la estabilidad de la región y acusó a Washington de usar la lucha antidrogas como excusa política. La tensión crece mientras buques de guerra estadounidenses se posicionan frente a Venezuela. La región se mantiene en alerta máxima por posibles choques entre ambos gobiernos.