Guerra comercial reduce crecimiento mundial y del Ecuador


Por: Christian Palacios
La economía global está atrapada en una tormenta de incertidumbre. La política arancelaria impulsada por Donald Trump en el inicio de 2025 no solo afecta a Estados Unidos, sino que ha propagado ondas de choque por todo el planeta. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha recortado sus proyecciones de crecimiento para casi todas las economías avanzadas y emergentes, haciendo sonar las alarmas sobre el futuro inmediato de la economía mundial.
Según la OCDE, el crecimiento del PIB de Estados Unidos caerá del 2,8 % al 1,6 % en 2025. Esta contracción no es un fenómeno aislado: se prevé que el crecimiento global retroceda del 3,3 % en 2024 al 2,9 % en 2025. Se trata de un freno brusco en la locomotora de la economía mundial, impulsado principalmente por los nuevos aranceles estadounidenses, la contracción del comercio internacional y el colapso de la confianza tanto de consumidores como de inversionistas.
América Latina no queda exenta. Brasil perderá un tercio de su crecimiento proyectado debido al frenazo comercial. México y Canadá, socios estratégicos de EE. UU., ya están ajustando sus previsiones ante la caída en exportaciones industriales. Europa tampoco encuentra refugio: Alemania, Francia, Italia y otros miembros de la eurozona muestran señales claras de enfriamiento. Europa crecerá apenas un 1 % en 2025, con un modesto repunte a 1,2 % en 2026, insuficiente para compensar los efectos del proteccionismo global.
Además, la desaceleración no solo es económica. Se trata de una desaceleración de expectativas. Esto debido a que los principales motores de la economía mundial debilitados Estados Unidos y China crecerán a media máquina, el comercio global está cada vez más distorsionado, la inversión cae, el crédito se ralentiza y el gasto público ya no tiene el mismo efecto expansivo. La inflación, aunque por ahora contenida, podría reactivarse si la escasez de productos importados se intensifica.
Panorama para Ecuador
En el caso de Ecuador, una economía altamente dolarizada y dependiente de las exportaciones de materias primas, las repercusiones de esta guerra comercial global son significativas. La reducción de la demanda internacional, especialmente de China y Estados Unidos, puede traducirse en menores ingresos por exportaciones, caída en los precios del petróleo y reducción del flujo de inversión extranjera directa.
Según estimaciones del Banco Central del Ecuador y de organismos multilaterales como la CEPAL y el Banco Mundial, el crecimiento económico del país podría reducirse del 2,5% previsto para 2025 a un rango entre 1,4% y 1,7%, si se mantiene la desaceleración global y la inestabilidad comercial. Sectores clave como la agricultura de exportación, la pesca y el petróleo serán particularmente vulnerables a la menor demanda externa.
Además, el país podría enfrentar mayores dificultades fiscales si se reducen los ingresos por exportaciones y se mantiene la rigidez del gasto público. En este contexto, la falta de políticas contracíclicas efectivas y de inversión pública en infraestructura y productividad limitará aún más las posibilidades de recuperación.
En definitiva, Ecuador no es ajeno al impacto de la guerra comercial global. Aunque no sea un actor principal en las disputas arancelarias, sus efectos se hacen sentir a través de los canales del comercio, la inversión y la confianza empresarial. En un mundo cada vez más interconectado, las tensiones entre gigantes económicos como EE. UU. y China pueden ralentizar el crecimiento de países pequeños con estructuras productivas frágiles, como el nuestro. El desafío, entonces, será reforzar la resiliencia macroeconómica, diversificar mercados y fomentar la inversión privada como pilares de una estrategia de crecimiento sostenible.
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