Los reflectores vuelven a iluminar la trágica historia de Robin Williams, esta vez, desvelando sombras que se escondieron tras su inesperado adiós. Susan Schneider, quien fue su esposa, ha abierto el telón sobre el auténtico drama que se ocultaba detrás de las risas del adorado actor de Hollywood. Años tras su partida, la autopsia devela que Robin padecía demencia con cuerpos de Lewy, una enfermedad que despedaza silenciosamente el intelecto y el cuerpo.

La vorágine de síntomas que desató en él esta enfermedad, se entretejieron de forma sutil pero destructiva, incluyendo pérdida de memoria, insomnio y problemas motrices, creando un manto de confusión tanto para el afectado como para su entorno. La declaración de Schneider busca no sólo honrar la memoria de Williams sino también iluminar el oscuro y tortuoso camino de aquellos que batallan con esta enfermedad, lejos de los focos y la fama.

"El problema de la enfermedad es que los síntomas van cambiando, es confuso para el paciente y el cuidador", compartió con el medio británico The Guardian, resaltando la imperiosa necesidad de desentrañar y compartir estas realidades, a menudo ignoradas o malinterpretadas.

Las palabras de Schneider, cargadas de un dolor que ha perneado los años, reafirman un legado que va más allá de los escenarios y películas. Robin Williams, un hombre que consagró su vida a arrancar sonrisas, se convierte, en su partida, en un faro para entender y abogar por la visibilización de enfermedades mentales y neurológicas.