Tungurahua asfixiado de candidatos simbólicos


Por: Mateo Núñez
La situación política en la provincia de Tungurahua con 19 candidatos a asambleístas para las elecciones de 2025, es un claro reflejo de la decadencia del sistema político ecuatoriano. Este elevado número de candidatos no es sinónimo de una democracia, al contrario es una distorsión relativa, donde la participación de muchos de ellos responde más a intereses personales o partidistas que a un verdadero compromiso con los ciudadanos.
Uno de los aspectos más críticos de este escenario es que muchos de los candidatos que aparecerán en la papeleta no tienen ninguna posibilidad real de ganar. Estos personajes sirven como figuras simbólicas que permiten a sus partidos mantener una presencia formal en la papeleta electoral. La política se convierte en negligente, muchos de ellos saben que las posibilidades de conseguir un espacio en la asamblea es casi imposible así como sus intenciones del bien común, donde lo importante no es la posibilidad de obtener el cargo, más bien mantener la imagen viva del partido o movimiento. Esto genera una desconexión total entre los intereses de los políticos y las necesidades de la población.
La dependencia de muchos de estos candidatos obedece al llamado “arrastre presidencial”. En lugar de centrarse en ganar la confianza del electorado local con propuestas concretas y viables, muchos candidatos a asambleístas dependen casi exclusivamente de la popularidad del candidato presidencial de su partido. Esto refleja una falta de capacidad individual para hacer campaña, a diferencia de uno o dos casos donde el candidato puede llegar por mérito sin el acompañamiento y respaldo de un candidato presidencial.
Este fenómeno es dañino en una provincia como Tungurahua, donde los problemas locales requieren atención específica. La agricultura, el desarrollo económico y la infraestructura son temas cruciales, pero en contienda los candidatos dependen del arrastre presidencial y las agendas locales pasan a segundo plano. En lugar de debatir y proponer soluciones para estos problemas, los candidatos se limitan a seguir la línea del candidato presidencial de turno. Son 19 candidatos a la asamblea en Tungurahua, muchas de sus propuestas quedarán por debajo de su agenda personal y partidista si es que llegan y luego se excusarán para redimirse con el pueblo.
Los partidos y movimientos políticos, en lugar de buscar alianzas o coaliciones que fortalezcan sus propuestas, prefieren dispersarse en múltiples candidaturas sin opciones reales de éxito. Esto es una muestra clara de la debilidad de los partidos. La incapacidad para construir alianzas sólidas es uno de los principales obstáculos para el progreso político en Ecuador, pues los actores políticos priorizan sus propios intereses por encima del bien común, lo que resulta en una política distorsionada y sin responsabilidad social.
La falta de una visión clara para la provincia significa que las necesidades de la población seguirán siendo ignoradas, como lo ha venido siendo contienda tras contienda, donde se ha prometido soluciones a los problemas en la agricultura, producción, desarrollo económico, infraestructura. Estas propuestas caen cuando el candidato es electo y solo responde a los intereses del partido. El ecosistema político en Tungurahua es un ejemplo de los graves defectos del sistema político ecuatoriano, con fragmentación, candidaturas vacías y dependencia del arrastre presidencial.
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