Menos Luces, Más Solidaridad: Una Navidad Diferente por Ecuador


Por: Miguel Cabrera Tobar
Ecuador atraviesa una crisis energética que nos obliga a replantear nuestras costumbres y prioridades. Los cortes de luz, las limitaciones en la generación eléctrica y el impacto de la sequía nos enfrentan a decisiones difíciles. En este contexto, la temporada navideña, conocida por el brillo de sus decoraciones, debería orientarse hacia prácticas más responsables y conscientes.
Las luces de Navidad, aunque son un símbolo tradicional de estas fechas, representan un consumo energético significativo. Si los 4,75 millones de hogares en Ecuador encendieran una cadena de luces LED durante cinco horas al día, el consumo mensual sería equivalente a casi el 4% de la demanda diaria de electricidad del país. Este porcentaje podría destinarse a hospitales, escuelas o comunidades que enfrentan constantes interrupciones eléctricas. Y es solo una estimación por alguien que no es bueno en matemáticas y además que todos sabemos que no ponemos 100 luces en el árbol, sabemos que son más.
Un gasto que no podemos sostener
La crisis actual nos exige priorizar lo esencial sobre lo estético. Las luces navideñas, aunque encantadoras, son un lujo innecesario en un país que lucha por garantizar la electricidad básica. Lo que parece una pequeña tradición en cada hogar, al multiplicarse por millones, tiene un impacto importante en la disponibilidad energética.
Más preocupante aún es el uso de generadores eléctricos a gasolina, diésel o gas licuado de petróleo (GLP) para mantener encendidas estas luces. Estos equipos, además de ser costosos, contribuyen de manera directa a la contaminación ambiental. Emiten gases de efecto invernadero, partículas tóxicas y generan ruido que afecta la calidad de vida. Apostar por estas soluciones temporales contradice cualquier esfuerzo por promover la sostenibilidad y cuidar nuestro entorno. Y luego nos quejamos de la sequía que es la que nos metió en este grave problema.
¿Cómo podemos celebrar de manera responsable?
La Navidad no depende del brillo de las luces, sino del significado que le damos a nuestras acciones y relaciones. Esta crisis es una oportunidad para reimaginar cómo celebramos estas fechas, buscando opciones que reflejen un compromiso con el bienestar común y el medio ambiente.
Iniciativas públicas responsables: Las ciudades deberían organizar actividades culturales o de apoyo comunitario en lugar de gastar energía en grandes despliegues decorativos. Esto enviaría un mensaje claro sobre la importancia del ahorro energético.
El verdadero significado de la Navidad
Este año, la celebración navideña puede ser una declaración de responsabilidad. Renunciar a las luces no es una pérdida, es una forma de priorizar las necesidades más urgentes del país y proteger nuestro medio ambiente. El mensaje que enviemos ahora será un reflejo de nuestra capacidad para adaptarnos y actuar con conciencia colectiva.
La magia de la Navidad no está en las luces, está en las acciones que iluminan nuestras vidas y las de quienes nos rodean. Que esta temporada nos inspire a construir un Ecuador más responsable, solidario y consciente. No nos dejemos engañar por los politiqueros y luchemos por la esperanza y la solidaridad, que es lo que realmente iluminará nuestros hogares.
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